miércoles, 23 de abril de 2008

"¡No salgas!"

por Tropofobia
tropofobia@laespiralfractal.es





No cambies de casa, no cambies de trabajo, no cambies de opinión, no cambies de cortinas, no cambies de aficiones, no cambies de amigos... y sobre todo, no cambies los tapetes de la salita de estar: Ni los toques.

Relájate dentro de tu espacio vital particular: Es tuyo, nadie puede quitártelo. Sabes que continuamente intentan apoderarse de él... ¡¡¡Arrebátartelo!!! Pero no se lo vas a permitir, no les vas a dejar que te conviertan en un perdido y en un sin hogar. Sus armas para apoderarse de lo que es tuyo son numerosas: Ventanas, internet, contratos basura o temporales... pero ¡Ja! Hasta ahora no han encontrado el método apropiado para quitarme mi más preciada estabilidad.

Sin embargo, el otro día consiguieron asustarme: Como todas las mañanas, y bien ya sabes, mi único y fiel amigo, me disponía a hacer la misma ruta diaria de comprar el periódico tras regresar a casa del trabajo, ¡Cuando, cual fue mi sorpresa al ver que el kiosko estaba cerrado! Sudé del espanto.

Lo primero que hice fue intentar relajarme delante de aquella caseta fría y sin ventanilla. "Veamos... son las cinco en punto de la tarde, un par de minutos más, y esto debería estar abierto como de costumbre... Mariano es un hombre de fiar".

No sabía como reaccionar ante tal situación: ¿Habría fallecido? ¿Le habrían robado? ¡O quizás secuestrado, quien sabe! "Dios mío, que terrible enigma; me está entrando un ataque de pánico. No, Antonio, relájate... si, debo relajarme... probablemente el bueno de Mariano hoy simplemente llegue tarde o le han atropellado a la niña, no es algo que deba afectarme...

....

¡¡¡PERO Y MI PUTO PERIÓDICO!!!! ¿Qué pasa con él? ¡Como voy a llegar hoy a mi casa sin el periódico! Esto no es lo que pasa todos los días; no puede ser bueno..."

Podría comprar el periódico en otro kiosko, te preguntarás, mi gran amigo, pero te haré una pregunta: ¿Crees que eso habría cambiado las cosas? ¿Qué habría conseguido mi objetivo? Podría comprar otro periódico, pero esa tarde, jamás leería el de Mariano. Y el mero hecho de pensar que el periódico que estoy leyendo es distinto, aunque pienses que es el de siempre, me vuelve loco; no sabría como reaccionar. ¿Quien me garantiza que mañana podré comprar el periódico nuevamente en el mismo establecimiento de siempre? ¿O de que lo hayan cambiado de lugar y tenga que dirigirme a sitios que preferiría no conocer para comprarlo? ¡Los horarios se desestabilizarían, y con ellos mi vida! Sería todo una auténtica locura: Llegaría tarde al trabajo, tendría que aumentar o rebajar mis horas de sueño, tendría.. ¡Hasta que hacer otras cosas!

“Malditos hijos de puta... esta vez me la habéis pegado bien”, pensaba completamente intranquilo. Tendré que esperarle.

Transcurrieron los minutos, las horas, el kiosko amanecía continuamente sin cambio aparente y Mariano seguía sin aparecer. Me encontraba tendido en el suelo, delante de la burlona cabina metálica, entre el caminar de los transeuntes, que me dirigían miradas de desprecio. ”Mariano llegará de un momento a otro, tranquilo Antonio... acudirá para meterse dentro de su caseta, como de costumbre, y me dará el periódico en mano para solucionar este bucle...”

Mariano no llegó, pero si unos hombres vestidos de blanco. Ahora estamos reunidos tú y yo, al fín sólos, en nuestro propio espacio vital que jamás nos podrán quitar con esos adorables barrotes de la ventana y esos guardas del pasillo.

Al fin seguros...

sábado, 19 de abril de 2008

"Léthé"

por Ulises Lima
ulises_lima@laespiralfractal.es




A veces algo pasa
en un instante todo cambia,
la voz se rompe, los ojos lloran.
A veces algo te emociona y
cuando creías que ya lo habías superado
la realidad te golpea.

La realidad hoy me ha golpeado.

Caminando por cualquier calle,
real o de mi memoria,
una canción irrumpe,
Nunca la oíste.
¿Por qué te recuerda entonces tantas cosas?

¡Apágate, rómpete, voz maldita!
¡No aúlles penas que ya no existen!
Sube y baja, ríe y llora...
Y al final sonríes, después de todo
estar vivo es el precio a pagar.

¡¡¡Pero yo hace mucho que saldé mis cuentas!!!

Déjame enseñarte, demonio insensible,
cuánto vale el corazón humano,
aunque se haya vuelto afilado
como una cuchilla
y ya sólo sirva para clavarse.

Déjame mirar al abismo de tus ojos
y decirte que no saltaré,
que ya no me asustas,
que he visto abismos mas hondos
en miradas humanas.
Ésas que te devuelve el espejo
cada mañana.

Y cada día los veo,
resucitados,
mirando siempre al suelo
con miedo de levantar la mirada.

Dedos aferrados a la ultima esperanza,
que no es más que polvo blanco,
una pastilla, alcohol.
Algo que acalle a la memoria
y a la conciencia de existir.

Pero hace tiempo que dejé de huir
y mis ojos bajos son la conciencia
del superviviente
que no sabe qué hubiera sido mejor.

Déjame arrastrarme otra vez,
otra noche más,
por la cuchilla de afeitar.
Prometo que seré bueno.

Tan bueno como el olvido.

lunes, 14 de abril de 2008

"El jardín de la memoria"

por KaLPo
kalpo@laespiralfractal.es



(IMAGEN: Caspar David Friedrich - "Sea of Ice")


Parece divertido, ¡qué felicidad, qué entusiasmo, qué de sueños! ¡Voy a mi jardín...!

Pero este camino es más estrecho de lo que parecía. Y estos árboles... ¡qué lacios!

En el fondo de esta fuente donde antes parecían juguetear pececillos de colores, lucen ahora débilmente charquitos de lluvia. ¿Dónde está la vida? La desdibujada piedra ya no transmite dulces historias de amor y justicia, y de los arcos que adornaban los paseos del jardín ya solo quedan esqueletos oxidados de hierro que brillan de cuando en cuando, si las nubes se apartan para dejar asomarse al sol. La llovizna oscurece la madera carcomida de los bancos donde antes me sentaba a leer. Aún veo en mi recuerdo el azul celeste deslizarse con los niños, transportando el rumor de las risas. ¿Dónde está la ternura? Las grietas en la cerámica del suelo evocan una gran telaraña reinada por la parsimonia, la melancolía y la soledad... ¿Dónde esta la pasión? Corro por entre los caminos y no veo sino frialdad en cada uno de los silencios, en cada uno de los vacíos.

"¿Dónde está?" - resuena mi voz en cada esquina. Lucía tan bello en el recuerdo... era tal el esplendor con que mi memoria te recordaba, oh amado rinconcito, que ya no reconozco en ti ni la más ínfima de las emociones vividas antaño. Amor, pasión, orgullo, esperanza, felicidad, impaciencia, entusiasmo, viveza... Las ilusiones se despeñan desde lo alto de mi mirar hacia las resquebrajadas redes de la soledad, y junto con las lúgubres gotas de lluvia fluyen serenamente hacia las alcantarillas

"¿Dónde estoy? ¡Este no es mi jardín!" - sollozo vehemente, arrodillado en el suelo, mientras la lluvia se fortalece.

"¡Desdichada felicidad, que inundas de bruma los vidrios de mi percepción y tiñes el tedio de la realidad de hermosas, inconexas e irreales maravillas... sal de mí! Osas mancillar la calma de mis acciones, perturbas el equilibrio de mi bienestar... Oh cielos, ¡¿dónde estás?!".

lunes, 7 de abril de 2008

"Generación"

por Ulises Lima
uliseslima@laespiralfractal.es




Somos una generación enferma.

Somos una generación adicta: a las drogas, legales e ilegales, a las relaciones destructivas, al amor, a las compras, al juego... Somos una generación que nació vendida: a las farmacéuticas, al capitalismo, a la psiquiatría... y que no pudo elegir a los compradores. Somos una generación mutada.

Somos una generación sin derecho a la revolución, ¿pues acaso no vivimos en el mejor sistema posible, o mejor dicho, en el único factible? O al menos eso nos han dicho. La sombra de la sospecha late en nuestros corazones.

Somos una generación condenada al fracaso.

Escribo desde mi cubil, desde mi puesto de observador de escaparates, de maniquíes en movimiento y luces rutilantes que ocultan la vejez, la muerte y la enfermedad. Que ocultan todo lo que no encaja en las imagenes brillantes y falsamente profundas de los anuncios publicitarios.

Somos hijos de los tópicos del club de la lucha.

Estamos a medio camino de todo, pero nos creemos al final. No habrá, sin embargo, apocalipsis que nos salve.

Somos una generación condenada a la soledad. Somos una generación condenada al miedo. Cada vez más gente vive sola, o mejor dicho, aislada. Podemos decir lo que queramos, pero no tenemos nada que decir. Nadie con quien hablar. Los seres humanos no estamos preparados para esta soledad, y el aislamiento nos convierte en seres débiles y manipulables, asustados por unos medios de comunicación que exacerban el morbo de la crónica negra. Sin familia, sin amigos, sin confianza en los demás; no nos miramos a la cara y somos como el animal que se aleja del rebaño y es devorado por los lobos. O que, demasiado asustado por esa posibilidad, acabará dejándose llevar hasta la muerte, como los lemmings, con tal de no salirse del cómodo -y siempre frágil- refugio de la dirección marcada.

No podemos avanzar. No podemos retroceder. Atrapados en nuestra jaula dorada, nos devoramos mutuamente.

Y mi generación se consume. Hablar de una crisis de valores en Occidente es como decir que un cadaver comido por los gusanos está "poco vivo". No estamos concebidos para vivir así, y el consumo de ansilolíticos, de antidepresivos, los suicidios, las enfermedades mentales y físicas crónicas, el estrés, la ansiedad... se multiplican sin cesar.

¡Necesitamos soma ya! Nos veo consumidos, intentando encajar en un sistema ciego y decadente, en una sociedad que se pudre desde dentro, que se rompe en pedazos mientras unos pocos carroñeros se reparten sus entrañas.

Yo me rebelo, aunque mi rebelión sea inútil, contra de todo lo que nos rodea. Me rebelo contra las convenciones sociales e intelectuales, contra las ideas preconcebidas, los paradigmas y los prejuicios. Contra todos los muros que nos aplastan y nos convierten en prisioneros.

Abriré mi camino a través de la pared aunque sea a dentelladas. Aunque deba dejar mi humanidad en el camino. Si esto es lo único a lo que podemos aspirar, bienvenida sea la carne nueva.

Somos la última generación.

Somos la primera.

Sólo es cuestión de elección.

viernes, 4 de abril de 2008

"Fiebre e inter-ego"





Diario de un hombre cansado: Lunes

Te levantas tras 16 horas de sueño. Todo a tu alrededor respira virus. Una canción revolotea en tu mente. Llegas tarde. Médico. Normalidad. Bronca por el retraso. Condescendencia. Palmadita en la espalda. "Niño"... y sonríes. Todo pesa, todo cansa. Caes, te levantas. La lluvia golpea en tu cabeza, las gotas te traspasan lentamente. No te hacen daño, sin embargo. Simples caricias. A tu memoria vienen 2 miradas. Las apartas con un movimiento de la mano. Una cerveza en un bar. Mohín de desagrado. Hacia delante. Vuelves a sitios que has tenido prohibidos entre 4 y 8 meses. Respiras entrecortadamente unos instantes. Avanzas de nuevo. Metro. Metro. Metro. Caminata de órdago. Te llaman. Tardas en responder. Estás en tu mundo. ¿Espíritu de generación o generación de espíritus? Ambas dos, interrogante y exclamación.

Valoras, exprimes, música (al fin). Cita. Un cristal (joder qué cara). Sí, ha hecho mella en ti. 16 horas no son suficientes. Calma. Calma. Calma. Miras al cielo. Cuadro surrealista. Y 3 días antes, Sol. Sonríes. Ironía... Sonreír aunque no te apetezca. Piropo. Ánimo. Cobardía y valentía, todo en uno. Esfuerzo inhumano ante semejante hambre. Comida para pájaros. ¿Agua con sabor a piña...? ¡¿Qué demonios?! Equivocaciones. Sin saber qué decir. ¿Hay algo que decir? Nihil arrasa. Tu parada, de nuevo a casa. 2+2 = ... 4, sin ninguna duda. Humano. Vital. Perecedero. Romántico, en los límites de la cordura. Fiebre. Búsqueda de claves. Más y menos. Todo y nada. Nosotros. Tú y yo. Yo y tú. Almacenes de olvidos, sin accidentes reales. Y allá va otro como tú, otro como yo, otra como nadie y alguno como ayer.

Leben ist kampf.

"Quizá la clave para ser realmente libre sea reír cuando puedas y llorar cuando lo necesites"

Sin más. Días grises, pero en color. Largos pero que merecen la pena. Sin menos. Toda travesía es ni más ni menos que muchos pasos, algunos de los cuales parecen no llevar a ningún lado.

Rebautizas el diario: "Diario de un hombre: Lunes"

Tu cabeza sobre la almohada. Sueños... a alcanzar. Derechos. Aceptaciones. Dudar es humano...

Y ser humano... DIVINO.